LEE Adriana Navarro Pérez.
La inclusión es un proceso de gran alcance, donde no solo se pretende luchar contra rechazos y discriminaciones hacia personas con discapacidad, sino a todo aquel grupo social, principalmente a los que se encuentran en situación vulnerable. Para poder dar un panorama general y hacerse una idea de la dimensión de dicho proceso, cabe hacer un análisis de la situación demográfica del país, en este caso, poniendo atención a la población con discapacidad, lo cual solo representará una pequeña porción de ese gran diversidad, ello debido a que en el proceso en cuestión se deberá incluir otros grupos sociales como: los indígenas, las mujeres, los niños de la calle, además los diferentes estilos de aprendizaje, las experiencias previas que en todos son diversas, diferencias que convergen en la educación.
Para comenzar se puede observar la siguiente gráfica donde se muestra la población de personas con discapacidad con referencia a la población total. Como puede observarse la cifra mostrada no pareciera tan elevada, sin embargo, un 1.8% resulta bastante significativo, dado que son integrantes de la sociedad y que tienen un rol que desempeñar como ciudadanos, a quienes se les tiene que brindar las mismas oportunidades de desarrollo que el resto de los mexicanos.
Ahora bien, de ese millón 795 mil personas con discapacidad, se observan dos fenómenos; la mayoría de los pequeños entre 6 y 14 años se encuentran escolarizados, entre escuelas especiales y regulares, pero después de los 15 años la mayoría no están escolarizados… entonces ¿A qué se dedican? ¿Están incluidos laboralmente? Difícilmente se puede hablar de que el 84 % de los muchachos se encuentren ubicados laboralmente y esto lleva a preguntarse: ¿Dónde quedó la trascendencia de la escuela?
A la vez es perceptible que conforme se avanza de nivel educativo se disminuye la presencia de personas con discapacidad en instituciones de nivel superior. Cabe resaltar que de los 46 alumnos mencionados que llegan a una educación básica incompleta, en promedio se encuentran terminando únicamente el 4º grado de primaria.
Y es así como llegamos al punto medular de discusión… ¿Cuál es la razón del grado promedio tan bajo que se aprueba por la personas con discapacidad en la escuela?, ¿Qué motivos generan una baja notoria en lo referente al número de personas que siguen estudiando, conforme se avanza en el grado educativo?
De forma general se puede concebir que la inclusión es una edificación recién planeada y que en muchos casos ni siquiera se han sentado los cimientos. Y ello no hace otra cosa, más que ratificar la importancia de la inclusión y además, inmerso y sin posibilidad de desfragmentar, la atención a la diversidad.
En el ámbito de Educación Especial, resulta triste la reflexión realizada a partir de las gráficas presentadas anteriormente, siendo hasta hoy el servicio que se ha enfocado a la atención y apoyo de estas personas, procurando en todo momento el logro de una mejor calidad de vida, esto es, condiciones dignas como personas que son. Dicha tristeza o desilusión es fruto de ese esfuerzo que se ha hecho durante años, tiempo durante el cual se han generado cambios y reorientaciones de sus servicios, y ver que después de ello es un alto porcentaje el número de personas que se encuentran en situación de dependencia y que no se encuentran inmersas en un área de trabajo, de desempeño, etc.
Pero, pese a dicho esfuerzo ¡Se tiene malos resultados!, cabría una pregunta: en las escuelas de Educación Especial, donde se ha albergado y trabajado en pro de estos alumnos ¿Se da respuesta a la diversidad presente? Si es así ¿Por qué hay tan pocas experiencias de éxito en la inclusión laboral o desempeño cotidiano de las personas con discapacidad? ¿Realmente se ha formado bajo las habilidades con las que cada uno cuenta?
Quizás la realidad resulta un poco diferente, en muchas ocasiones un CAM se aprisiona por bajas expectativas, de tal forma que no se concibe necesario la participación del alumno de forma digna en un festival cultural, en actividades artísticas y deportivas, además no se le exige en cuanto a actuaciones sociales, o bien ¿Para qué abordar contenidos como colores, su nombre, su dirección, resolución de problemas, sino puede valerse por si mismo? Se cae en el error de ser adivino y conocer a la perfección el futuro de los pequeños.
Como es de observarse una de las razones por las que la inclusión se vuelca difícil son las actitudes presentes en las practicas de las personas, en este caso de forma específica en la actitud docente, y cabe aclarar que no solo de aquellos que se encuentran trabajando en escuelas regulares rechazando la inclusión, sino que en muchas ocasiones la principal barrera viene del docente de educación especial, ya que antepone capacidades y concibe si un alumno puede o no puede, irrumpiendo con ello la autonomía y capacidad de autodeterminación.
Cabría reflexionar si ello es una razón más por la cual los alumnos cursan pocos grados de escolaridad o bajos niveles educativos, puesto que ¿Cuántas veces como docentes se tiene el atrevimiento de decir: “mejor que estudie otra cosa……porque sino no va a poder”? y entonces ni siquiera se le brinda la oportunidad de intentar lo que la persona quiere hacer, en ello se violenta ese derecho y se le hace más y más dependiente.
¿De dónde surge la dependencia de las personas con discapacidad y con ello su exclusión?
Conforme se van presentando los cambios sociales y económicos, resulta cada vez más relevante otorgarles a las personas con discapacidad el lugar que les corresponde, y no conformarse con decir: “le doy un espacio, para que se sienta bien”, “le ayudo a realizar lo que no puede”, pero sin más compromiso o expectativa. Como ya se ha dicho es necesario retomar la idea de atención a la diversidad, lo cual va a permitir la inclusión educativa, social, laboral, etc. Para ello es de vital importancia modificar las acciones y sobre todo las actitudes, ese pensamiento paternalista y lastimero ha limitado el desenvolvimiento de las personas con discapacidad, impidiendo brindar una atención diversificada.
¿Por qué en el nivel superior hay escasa presencia de personas con discapacidad? Porque se concibe que son pocos los que llegan a dicho nivel, por lo tanto ¿para qué brindar formación a los docentes universitarios, para qué brindar apoyos, para qué realizar adaptaciones de acceso? Porque la baja expectativa con que se cuenta no deja pensar en la posibilidad de esta idea, y cuando alguien llega a dicho espacio se encuentra ante barreras arquitectónicas o docentes que rechazan o con pocas competencias para diversificar su práctica docente.
Como puede verse en el presente escrito se deja ver que son las actitudes una de las principales barreras para lograr la inclusión educativa y la atención a la diversidad, y además que resulta de gran importancia trabajar en pro de las personas con discapacidad, siendo educación especial a quienes les toca dar los primeros pasos, iniciando con un cambio de mentalidad, en cuanto a las expectativas generadas hacia los alumnos. Ello significará un primer paso para lograr mayor afluencia en el sistema educativo, y trascendiendo a la simple asistencia que ello tenga repercusiones en el desenvolvimiento, autonomía y calidad de vida de todos aquellos con derecho a recibir una educación.
Un lugar donde lo construido sea de gran significatividad en el desarrollo y desenvolvimiento cotidiano de las personas y no un momento y espacio que pase como guardería, acentuando la dependencia de las personas y minimizando su valía, sin dar la libertad que corresponde y espacio para propiciar su autodeterminación, que sea su decisión la que impregne las nuevos datos estadísticos en cuanto a la dinámica de vida en su contexto próximo.